En Público
Wagner
Soberbio
Por: Víctor Manuel Borrás (FB:lavozdelosclasicos) Fotografías: Naza PF
Wagner. Soberbio.
soberbio, bia
Del lat. Superbus.
- adj. Que tiene soberbia o se deja llevar de ella.
- adj. Alto, fuerte o excesivo en las cosas inanimadas.
- adj. Grandioso, magnífico.
- adj. Dicho ordinariamente de un caballo: Fogoso, orgulloso y violento.
Eso dice la RAE. Como se ve, hay dos connotaciones: la positiva, cuando se trata de lo grandioso y magnífico y otra negativa cuando se trata de la arrogancia y el falso orgullo.
Wagner lo es todo en cuanto a soberbia. Su música, desde los primeros compases logra eso que en su momento nadie logró: llevarte al cosmos.
Esa lenta cadencia de su música no sólo alarga en el tiempo el sonido, sino que le da una profundidad infinita. Te hace sentir que estás viajando en un espacio tan grande, que, aunque vayas rápido, no puedes percibir esa velocidad, más que en algunos momentos cuando te acercas demasiado a algún astro y por eso percibes tanto tu velocidad como la del otro objeto, efecto que se logra con crescendos y decrescendos.
Seguramente fue por eso que el genio Stephen Hawking dijo en entrevistas que lo ideal “En su último día, sería estar con su familia escuchando a Wagner, mientras sorbía champagne bajo el sol veraniego” (1)
Dicha dinámica musical logra un efecto que hace que, al ir tú más despacio, el resto del mundo avance más rápido. Tal vez esta es la razón por la que las más de 5 horas que pasé en el teatro no me parecieron más pesadas que las 3 horas que he pasado viendo otras obras. Es un efecto rarísimo.
Y las escenas son así: como si se ejecutaran bajo el agua, donde por muy rápido que se haga, viéndolo desde afuera, siempre parecerá lento, mas no torpe. Es como si una película, en vez de correr a 24 cuadros por segundo, corriera a 6. O como si se viera un video de youtube a una velocidad de 25% con respecto a la que fue filmado. Pero en este caso no se siente tan letárgico porque está hecho para correrse a esa velocidad.
Supongo que esto lo hizo el Compositor para que realmente se tenga tiempo de ir asimilando todos los conceptos y mensajes que en la obra se incluyen.
Ahora bien, sobre el argumento de Parsifal: es el hombre, el humano, en tres etapas claramente identificables. Su juventud, llena de ignorancia, de ímpetu mal encauzado, completamente estulto. Que va por la vida causando sólo estragos, más para los demás que para él mismo.
Una segunda, donde un suceso en lo particular, termina por dar sentido a todos los sinsentidos vividos previamente (que habrán tenido su origen en el daño que se causó previamente hacia el mundo), para hacer con ellos un único suceso que lleva a la revelación de la sabiduría, para discernir ¿qué es importante y qué no?; ¿qué es necesario y qué no?; ¿qué es pertinente y qué no?. Y con ello, darse cuenta del inmenso poder y valor que reside en cada uno de nosotros para afrontar lo que sea que venga, sin sobresaltos y con claridad de pensamiento. Eventualmente eso hará que el hombre, el humano, se sobreponga a la mundanidad y triunfe épicamente; siendo este último momento, la esencia de la tercera y última etapa.
En cuanto al manejo del tema, me parece sobrecargado de religión, a tal punto que en el primer acto se canta la liturgia de la consagración eucarística y en el gran final hay una Ascensión.
Desafortunadamente esto es tan transparente en ese sentido, que también importa desde el Génesis esa idea misógina en la que la mujer es la ocasión de pecado, la insidiosa, la que juega con los sentimientos y la mente del hombre, la hipócrita que juega un doble juego, cuando menos.
En conjunto, también entra en complejidades -de las que me declaro ignorante y no interesado en aprender- pero que sé que tienen relación: la lanza que atravesó al Cristo y el Santo Grial que contiene la sangre del Cristo, (temas, ambos, que vienen de los caballeros Templarios, y muy seguramente, derivado de esto, habrá referencias masónicas, que es un movimiento que surgió en Escocia a la caída de los Templarios.)
La puesta en escena, se trata de arte conceptual. Con poquísimos elementos se logra transmitir todo el concepto y todas las ideas con una claridad inmejorable. No forzando una explicación como pasa con aquel mingitorio o el plátano pegado a la pared. Sino que en realidad sólo un gesto, un vestuario, un color o la simulación de la manipulación de un objeto, dan a entender cuál era la finalidad de ese objeto que en realidad no está ahí. Me voy a permitir felicitar al equipo de diseño de escenografía porque lograron cuadros perfectos, balanceados, con una colorimetría muy bien definida y totalmente acorde al momento expuesto en la trama. Particular mención merece el Cielo que recrearon al final. Mis ojos no daban crédito a lo que veían, fue majestuoso. En este apartado aprovecharé para hacer mención también de las coreografías, que son magistrales y perfectamente refuerzan con movimiento lo que se está comunicando con sonido e imagen; y especialmente a lo que voy a llamar “los oropeles”, ¡qué deleite de evoluciones corporales nos brindaron!
Hablando de lo vocal y orquestal, no habría mucho qué decir: las ejecuciones son impactantes y muy precisas. Pero sí quiero señalar algo: Todos los artistas tienen un proceso propio y me parece penoso que, al elegir el elenco, se reciba a alguien que no está en el mismo nivel que la mayoría, porque al final, se termina exponiendo su evidente diferencia de nivel. Todos merecemos oportunidades, todos merecemos aprovecharlas, pero debemos ser prudentes. Lo menciono porque hubo un par de cantantes a los que les falta mejorar su técnica, para con ello poder “brincar” a la orquesta que al mínimo crescendo, se los “comía”. Vaya, los devoraba. Con esto no demerito el esfuerzo que seguramente sí pusieron y es muy probable que haya sido mayor que el de los cantantes con mayor experiencia. Desafortunadamente, no les alcanzó para llegar al nivel que la obra requería. Si me leen, esto no es para desanimarse, antes bien, es para animarlos a que sigan, con diligencia, preparándose, porque un día, ya cercano, lograrán el brillo que cualquiera desearía ver de ellos, y que sí tienen con qué darlo.
Al coro lo menciono aparte porque lo merecen. Y no es porque yo tenga algún aprecio por la Institución o por sus miembros, porque si hubieran tenido deficiencias, igual lo comentaría, pero no es el caso. Sus participaciones tuvieron una potencia apabullante, el manejo de las dinámicas fue supremo. La afinación y el tiempo fueron correctísimos, amén de alguna de las últimas entradas que me parece que se les fue en falso. Cosas que pasan. Pero algo que sí me pregunto es: ¿por qué el coro está escondido? En este caso se me ocurre que el propio Wagner lo indique o sugiera, porque hay una característica peculiar en esta obra: el sonido estereofónico. El coro se reparte a la izquierda y derecha del escenario (en este caso fue en los balcones, en los tres niveles del Teatro) y entonces hay loas y responsorios que suenan en distintos tiempos a la derecha e izquierda y se escuchan increíbles. Pero la verdad, nos gustaría ver a los ejecutantes haciendo la magia.
En fin, ayer conocí a Wagner y por mucho superó mis expectativas. Sí, hay que hacerse a la idea de que se le van a invertir muchísimas horas para disfrutarlo, pero ya estando ahí, no se va a padecer; al contrario, el alma será reconfortada.
Se llama Richard Wagner, se pronuncia Ree-khard vahg-ner, y su última gran obra se llama Parsifal. ¿Cómo y por qué llegó a León 141 años y 10 meses después de su estreno en Bayreuth, Baviera, para estrenarse en México? Eso, se los contaremos en otra entrega.
Nos leemos pronto, En Público.
(1) https://www.richard-wagner.org/rwvi/en/news/news-members/?collection_id=1686