De Perfil

Javier Camarena Pozos

Los sueños de un muchacho jarocho

 

Por: Víctor Manuel Borrás(FB:lavozdelosclasicos)
Fotografías: Cortesía 

Nos atendió amabilísimamente vía internet desde su habitación de hotel en Querétaro, donde le acompañaban su madre y su esposa, en preparación para su concierto de la noche del 3 de abril.

Se considera un ser humano totalmente bendecido, por haber encontrado en la música, en el canto, un medio de comunicación que le permite expresarse, expresar su creatividad, compartirse.

Es padre de dos hijos jóvenes, y con su esposa han formado una familia sólida y amorosa, que gusta de escuchar música de los 80’s, 90’s y 2000’s en inglés y español y algo de k-pop, por su hija. (En esa característica coincido con ellos y digo de mí que tengo oído de trailero, porque se puede pasar de María Grever a Bon Jovi a Selena a Álvaro Carrillo). Excepto cuando está trabajando en algún proyecto discográfico. Ahí sí, sólo escucha eso, y todos alrededor sufren un poco, porque es sumamente cuidadoso con los detalles. Su hija tiene facilidad para las artes plásticas, pero también para el canto, es soprano. Por si se lo preguntan, el maestro de esa chica no es, ni será, Javier Camarena; porque necesitaría estar con ella de manera constante y por el momento eso no se puede. Por su parte, su hijo, toca la batería, pero aún no se sabe si en realidad se dedicarán a la música o si será una actividad secundaria en sus vidas.

Javier es un hombre que ha podido cumplir sus sueños, pagando el precio en esfuerzo y sacrificios. A sus recién cumplidos 49 años, está agradecido con la vida, con Dios, con todo aquello en el universo que le ha permitido vivir esta vida.

Mexicanísimo como el que más, considera a México como su casa, su cuna, su infancia, su amor, su Patria, su corazón, su canto, su todo. Vivió en Suiza. Ahora radica en Málaga, desde hace 3 años. Dice que es complicado vivir allá, y que es más bien por estrategia respecto a su actividad.

Nació en Xalapa. Creció en la colonia Electricistas, no por azar. Esa colonia, de unas diez calles y un circuito, es a donde llegaron a vivir los empleados de la CFE. Su madre era una de ellas. Su padre también, técnico de la nucleoeléctrica de Laguna Verde. Allí pasó una infancia tranquila. Es el mayor de tres hermanos. Javier era inquieto, de aprovechamiento escolar regular; salía a la calle a jugar con sus amigos a las escondidas, a la bicicleta (de la cual se cayó incontables veces…), vaya, que era un niño normal. Como muchos otros niños mexicanos, llegó a cantar en el coro de la iglesia cuando iba al catecismo, siendo ese su primer contacto formal con la música. Ya de adolescente, como a los 16, empezó a participar en bandas de rock y versátiles, cantando en bares y en eventos sociales. (Me pregunto qué dirán hoy día aquellos con los que compartió el escenario en ese tiempo.) Oigan, ¡pero todavía se avienta su rock el Maestro! Les dejo aquí el video y mírenlo rifarse la Persiana Americana

…Siguiendo con la historia; los tres hermanos pensaron que el camino natural a seguir en sus estudios era en ingenierías. Claro, viviendo rodeados de ingenieros, y uno como jefe de familia… Javier también se inscribió a ingeniería, pero pronto supo que su camino no era en ese sentido. Fue la oveja negra. Intentó sacar algunos semestres pero no, su futuro no estaba ahí. Hizo dos años, ¡pero repitió tres veces el segundo semestre! ¿Se imaginan la frustración? Y la presión, siendo el hermano mayor, ya saben el ejemplar. Finalmente cedió ante sí mismo, se armó de valor, afrontó las consecuencias de un cambio de carrera, y se inscribió en Música, en la Universidad Veracruzana. Su intención original era ser un músico católico al estilo de Martín Valverde, que era muy famoso en esos años. ¡Quién lo diría!.

Ahí en la Universidad Veracruzana, en un gesto ético digno de un monumento, su Maestra, con toda honestidad y humildad, le señaló que había llegado un punto en que ya no tenía más nada que enseñarle a Javier; que lo que él necesitaba no estaba ya en esa escuela, ni en esa ciudad. Le sugirió moverse a la Universidad de Guanajuato y así fue como  llegó a este Estado, a los 22 años, a tomar clases con el Mtro. Juan Hugo Barreiro Lastra, quien, si no me equivoco, apenas se jubiló a mediados del 2024. 

Aquí pueden ver un video que grabó el Mtro. Armando Mora de su taller de técnica vocal, en donde participó Javier. Es de cuando estaba todavía en Veracruz, en 6º semestre. https://www.youtube.com/watch?v=Crd9zD8tORE&t=287s

Terminó en Guanajuato su Licenciatura, con un título Cum Laude.  En la misma Universidad conoció a una chica irapuatense que, a la postre, se convertiría en su esposa. Su hija nació también en Irapuato. Aquí fue donde tuvo que tocar puertas y ser rechazado, como tantos, por ejemplo, para cantar con la OSUG. Todavía viviendo aquí es que debutó en Bellas Artes, en México. Salió de aquí para mudarse a Suiza. Es por todo lo anterior, que la relación de Javier con este Estado está tan arraigada en su corazón.

Teniéndolo de frente, no podía dejar pasar la ocasión para hacerle ciertas preguntas muy particulares…

Una de ellas, respecto a la vocación. Lo traje a colación pensando en los casos que conozco donde los papás piden que los muchachos estudien algo “serio”, algo que “sí les dé para vivir”; o donde los papás simplemente no apoyan al hijo o hija que son artistas natos. Otros donde por razones cualesquiera, ya sea salud, económicas, etcétera; no estudian de jóvenes y ya llegados los 25, los 30, los 40 años, entonces por fin encuentran el valor o la oportunidad para hacer caso a sus talentos e intereses y poder iniciar una formación al respecto. Le pregunté qué opciones y oportunidades reales puede haber cuando ya no se siguió el camino tradicional donde se estudia en el conservatorio y se accede a concursos. “Eso da para mucho” -me dijo- “porque cada cabeza es un mundo y cada quién tiene sus intereses y se mueve en función de ellos.” Y me planteó la contraparte: “Existen niños que han estudiado música toda la vida, contando con el apoyo, pero terminan hartos. También están aquellos médicos o técnicos que no afrontaron a sus padres para cambiar de carrera a música y sin embargo también son muy buenos haciendo lo que hacen.”

Ahora bien, en el caso de ya estar en una etapa de adultez o incluso de madurez, y realmente querer hacerlo, me comentó que la primera opción sería estudiar la carrera de música, para convertirse en profesionista de la misma. “O bien, puede ser algo en el sentido de la pedagogía o de la administración cultural. Si estás en esto porque te apasiona y te gusta, el reflector principal, desafortunadamente, no es para muchos. Depende de muchos factores. Es tremendamente complicado y lo va a ser aún más, porque la situación económica mundial está orillando a que los temas culturales cuenten con menos soporte económico, ya sea desde el sector público o el privado. Y además están los nuevos talentos que vienen más preparados, más jóvenes y de todas las latitudes del mundo.” 

“En el campo operístico será más complejo aún, porque ya no se trata sólo de cantar bien. Hay que ser solvente en el escenario, proyectar, tener una buena imagen, ser un buen actor. Estos son factores que hace 40 años no eran tan relevantes… En resumen, hay que pensarlo muy bien; dos o tres veces, sobre todo si ya se cuenta con un empleo, con una familia. Eso sí, realizarlo, (como una actividad complementaria) siempre será saludable para el corazón, para el alma y para el espíritu. Siempre te mantendrá motivado y feliz. A partir de ahí, todo será ganancia”. Son declaraciones un tanto duras, pero más vale tener un punto de vista sensato y honesto de alguien que puede ver un panorama muy amplio del tema en este momento.

Con tantas restricciones a la vista, le preguntamos si creía que la ópera dejaría de existir en algún momento, y su respuesta fue contundente: “Eso no. Lo que sí creo es que en algún momento la ópera tendrá que dar un salto evolutivo respecto a la oferta de títulos. El Metropolitan Ópera (MET) de Nueva York, hoy mismo, está siendo puntero en el sentido de ofrecer óperas contemporáneas, con títulos nuevos; con temáticas nuevas.” Nos mencionó como ejemplo la ópera “Champion”, de Terence Blanchard, inspirada en la historia real del legendario boxeador Emile Griffith, un hombre negro, bisexual, que soñaba con ser diseñador de sombreros femeninos. Esa ópera incluye géneros musicales como el swing, la samba, el blues y el sonido de la Big Band.

Pero el MET no es el único teatro en esta labor. En Zurich, todos los años que Javier vivió ahí, también hubo títulos nuevos, en versiones reducidas, dirigidas al público infantil, que viene con el oído adaptado a nuevos estilos de composición, no tan tonal, como el sonido típico al que estamos acostumbrados en todos los géneros musicales de mayor consumo. Ese tipo de propuestas “es lo que le falta al público operístico que siempre quiere escuchar lo mismo”. 

Fue en este punto, que nos hizo saber que él ya pasó por el momento al que siempre llegan todos los cantantes con su mayor éxito, es decir, se hartan de cantarlo. Como, Selena con “Como la Flor”, Chayanne con “Tiempo de Vals”, Frank Sinatra con “Strangers in the Night”, Javier Camarena con “Ah! Mes amis”. Es comprensible, pues ellos no han podido escucharse. Estoy seguro que de eso nunca se cansarían.

Otra pregunta surgida de mi experiencia personal, pero que es común entre los cantantes, es si ¿conviene estar cambiando de maestro de canto o no?. A mí me habían dicho que no, por diversos motivos. Uno común, es que cada maestro te asigna en una tesitura diferente y terminas con las cuerdas dañadas y sin encontrar la técnica que tu fisonomía permite o requiere. Él me dijo que no concuerda con esa idea en lo general. Que deben prevalecer el sentido común y la inteligencia, que se debe prestar atención a las referencias del maestro y evaluarlas. Y tener mucho cuidado con aquellos que le prometen al alumno “convertirlo” en el máximo cantante de todos los tiempos. Sí, estoy exagerando un poco las palabras, pero son tipos de promesas que hay quien sí se las cree.

 Javier respaldaría ese postulado de no cambiar, siempre y cuando sea claro y evidente para el alumno, que el maestro está haciendo un trabajo que le permita un desarrollo positivo del entendimiento del instrumento propio. Como guía en este caso, se pueden tener las dos enseñanzas de su Maestra de Veracruz que siempre tiene presentes, y que el propio Javier comparte con sus alumnos: 

1- “Esta es una carrera de resistencia, no de velocidad.” 

2- “Ningún maestro posee la verdad absoluta sobre la técnica de canto. Tú debes desarrollar la inteligencia para saber qué sí y qué no le va a tu instrumento. De todos los maestros vas a aprender algo pero debes saber qué tomar y qué desechar.”

Hablando de su voz, dice que sigue en la tesitura de tenor lírico ligero, “aunque ya no tan ligero”. Esto lleva a que su interés actual esté en el repertorio romántico francés como “Romeo y Julieta”, “La Paloma” o “Fausto”, de Charles Gounod; “Werther” o “Manon”, de Jules Massenet; sin dejar de lado los títulos del repertorio de bel canto como “Lucia de Lammermoor” o “El elíxir de amor” de Gaetano Donizetti.

Justo este último título fue el primero que se montó en el Teatro del Bicentenario. Le pregunté si algún día lo veríamos aquí representando algún papel (pensando que tal vez quiera cantar a Nemorino) y nos dijo que “le encantaría, aunque habría que planear el proyecto a largo plazo” pues su agenda internacional está muy llena en los próximos meses. 

Sobre el Teatro del Bicentenario nos comentó que “le parece una joya, su acústica es maravillosa. Para el formato de un recital -como el que viene a presentar- es un escenario que permite un ambiente muy íntimo. Hay una cercanía palpable con el público, que me encanta. Es un teatro precioso.”

 

Volviendo al tema del repertorio, dado que vive en España, dice que con frecuencia le preguntan si participará en zarzuelas, de lo cual estaría encantado; aunque tendría que aprender a sesear correctamente (sesear es hacer esa diferencia fonética que en España es muy notoria al pronunciar la S, la Z y C), porque las zarzuelas llevan también mucho diálogo hablado, además de las partes musicales. 

Otro tema sobre el que tenía inquietud de preguntar fue:  ¿cómo es la experiencia de llegar a un éxito, como el ser nombrado el mejor cantante masculino del año? “Fue inesperado. Porque básicamente yo no canto para obtener premios, canto porque amo la música”. Pero,  obviamente le resultó por demás satisfactorio, motivante y compensatorio el esfuerzo y los sacrificios que le implicó llegar a ese punto. Ahora, no tuvo tanta ocasión de celebrarlo pues eran los tiempos de la pandemia y sólo podía haber reuniones con 5 o 10 personas. Por esa razón, el momento se tornó agridulce. Cuando le avisaron,  estaba justamente con algunos amigos en una de estas pequeñas reuniones. 

El premio fue entregado en 2021, pero correspondía a su actividad del año 2019 cuando participó en la temporada del MET de Nueva York con 7 funciones de  “La Fille du Régiment “y otras 4 en la Royal Opera House de Londres, en “Il Pirata, “L’elisir d’amore” y la “Gran Gala” en el Teatro Real de Madrid. Ese año también cantó en la clausura del Festival Cervantino, en la explanada de la Alhóndiga, en Guanajuato.

Ese 2019 fue un año lleno de “bises”. Vamos a explicarlo: en música, literatura o teatro, se usa el término “bis” (que en latín significa ‘2 veces’) para indicar una repetición de una estrofa, palabra, frase o estribillo. En la ópera o los conciertos, un bis es la repetición de un aria o canción. El bis en la ópera lo pide el público, ovacionando al término del aria y no cesando de aplaudir hasta que el director indica que se repita. Esto es un caso excepcional, pues las óperas no suelen interrumpirse con aplausos, sin embargo la ejecución habría sido tan poderosa, que el público querría escucharla otra vez. 

Bueno, en todas esas funciones de  “La Fille du Régiment (La Hija del Regimiento) “, le pidieron bisar el aria “Ah! Mes amis” (Ah! Amigos míos…). Fue la sensación internacional en el mundo operístico ese año. Como yo nunca he estado en una función donde haya bises, aproveché para preguntarle ¿cómo es el momento, sobre todo en la primera ocasión? -que en su caso ocurrió en Bellas Artes- y me comentó: “Se planea qué hacer desde los ensayos generales”. Ya que el Director acuerda previamente con los músicos a partir de qué compás se iniciaría, en caso de presentarse la situación; sin embargo, un bis siempre dependerá del público.

Comparé el éxito de haber obtenido ese reconocimiento, como una cumbre lograda por un alpinista. Le pregunté si es que aún había más cumbres por alcanzar, o ya todo sería hacia adelante la administración de un descenso inevitable. Me dijo que en realidad la cumbre que él soñaba alcanzar era cantar en el MET de Nueva York, y eso ya había ocurrido en el 2011. Desde entonces, forma parte del elenco recurrente de dicha casa de ópera, aunque por cuestiones de agenda, este último año, no ha podido participar en sus producciones, pero los planes a futuro lo siguen incluyendo. Después de haber conquistado esa cumbre, para Javier, todo ha sido beneficios adicionales que recibe con gratitud y beneplácito. Por ejemplo: visitó Japón y volverá para hacer un concierto, debutó hace dos meses en el Teatro San Carlo, en Nápoles; ofrecerá conciertos en Taipei, en China y en Abu Dhabi.  Además, hay proyectos de ópera y otros discográficos en el horizonte. En cuanto a escenarios, le gustaría cantar en el Teatro Nacional de la Opéra Comique y en el Teatro de los Campos Elíseos, en París. En fin, aún quedan nuevas cimas por conquistar, que no revelan un descenso a la vista todavía.

Otro tema que le pregunté fue sobre si habría posibilidades actualmente de llevar el sonido de la ópera a un público más general, como en su momento lo hizo Luciano Pavarotti al integrarse con los músicos más populares en los 90’s y con el formato de “Los Tres Tenores”; y si él participaría en algo así. Dijo que sí, siempre que fuera un proyecto con un enfoque de labor social, con causa y que fuera para México. “Para mí, eso sería algo maravilloso; ser una figura que convoque a la comunidad artística del país”, comentó. Aunque está en la total disposición, no ha llegado alguna propuesta de ese corte (¡ahí les hablan, filántropos!). Específicamente algo como el fenómeno logrado por Pavarotti, se alcanzó gracias a un trabajo de mercadotecnia y a una planeación que duró años, realizado con el mánager. En contraste, nos hizo ver que el mundo de la ópera se ha vuelto a cerrar a un grupo reducido y para volverlo a llevar a lo masivo habría que encontrar un formato novedoso y atractivo para una audiencia, que nada tiene que ver con aquella de finales del siglo XX. Por otra parte, se ha afianzado el crossover con exponentes como Il Divo, Il Volo, Andrea Bocelli o Sarah Brigthman. “La ópera tiene su nicho: es el teatro. Sacarla de ese contexto es algo bastante complicado. Yo creo que es posible, pero no va a ser tan fácil”, concluyó.

Así pues, conocimos un poco del gran Javier Camarena, que desde aquel debut en Bellas Artes en noviembre de 2004, ha cosechado tantos éxitos, consolidando una carrera inspiradora y ejemplar, no sólo para cantantes o músicos, sino para cualquiera que se empeña en lograr sus objetivos de vida. Es en celebración de estos 20 años de trayectoria, que decidió compartir con el público trayendo una gira a algunos recintos, en Querétaro, León, Culiacán, y por supuesto, el Teatro de Bellas Artes en México, donde comenzó a brillar la estrella. En este recital le acompaña su siempre cómplice al piano, el Mtro. Ángel Rogríguez, con quien ha compartido gran parte de su andar.

El programa incluye piezas de su último material discográfico, “Sogno”, que es una selección de obras de Francesco Paolo Tosti; y será un paseo por aquellas otras obras que ha cantado Javier y que han marcado su carrera, incluyendo arias de ópera, romanzas de zarzuela, canciones napolitanas, música mexicana… y quién sabe si nos sorprenderá con algún otro género.

El concierto en el Teatro del Bicentenario Roberto Plasencia Saldaña será en la Sala Principal, este sábado 5 de abril a las 7:00pm. Ojalá que ya tengan sus boletos.

Como tip adicional, antes del cierre, nos dijo: “Hay que soñar alto, pero siempre con los pies en la tierra. Tener pequeños triunfos que vayan conformando una cadena de éxitos que llevarán, al final, a un gran resultado”. 

Y no sin antes,  de finalizar, le preguntamos: ¿Cuál es tu Jouska?

-”Nunca olvides por qué cantas. Y es por amor a la música.”

Agradezco profundamente al equipo del Teatro del Bicentenario que hizo esto posible, al Mtro. Jaime Ruiz, y a Karla especialmente. También al equipo del Mtro. Camarena. Gracias a Juanjo, a Gabriel, a mis Maestros Judith y Jaime. Gracias Laura. ¡Gracias y enhorabuena, Maestro Javier Camarena!

 

Para Mayor información sobe el Tenor visiten su web::https://javiercamarena.com

 

 

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