En Público

Veinte años de Javier Camarena.

 

Por: Víctor Manuel Borrás   (FB:lavozdelosclasicos) 
Fotografías: Naza PF

Mucha gente, ahora sí. Algunos íbamos de colonias vecinas, otros de colonias más lejanas, y otros, de otras ciudades. Elegantemente vestidos, porque era una celebración mayor.

La lista de mexicanos que han llegado a las grandes ligas de la ópera mundial es brevísima. En esa lista figura un nombre que es el único en haber sido proclamado “Mejor Cantante Masculino” por la Fundación Ópera Awards, es el de Javier Camarena; quien gustoso, quiso venir a compartir su voz con el público de Guanajuato, en donde concluyó su formación musical, que había comenzado en 1995 con la Maestra Cecilia Perfecto, en Xalapa. Esa formación le permitió en 2004 ganar el Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli. Sólo para que tengan referencia, ese mismo año, el segundo lugar lo consiguió Josué Cerón y el tercer lugar lo compartieron María Katzarava y Carlos Arturo Mendoza.

Ya había participado en concursos desde 2001. No por ganar los premios, sino por ganar experiencia y aprender de los otros concursantes. Es de resaltar cómo conserva esa sencillez propia de él, y los premios que ha obtenido, no ha sido su sueño conseguirlos, antes bien, son el producto inevitable de la consecución de sus sueños.

Con esos antecedentes, debutó en el Palacio de Bellas Artes con el personaje de Tonio, en la ópera “La Hija del Regimiento”. Esos hitos logrados en 2004 son la marca de inicio de una carrera que lo llevaría a Zurich en 2006, para debutar ahí mismo en 2007, y a partir de ahí, en Viena, en París y otros escenarios principales de Europa. Para 2011 conquistó su máximo sueño: El MET de Nueva York, en el papel del Conde de Almaviva, de “Las Bodas de Fígaro”.

Ese Javier Camarena, es al que el público estaba esperando escuchar. Había mucha emoción y expectativa, que se hizo patente con una sonora ovación en cuanto dio el primer paso sobre el escenario, seguido del Maestro Ángel Rodríguez.

Primero interpretó el aria “L’amour! L’amour!…” de “Romeo y Julieta”, de Gounod. Un aria dulce, suave, romántica; para ir calentando la voz. Luego vino “Pourquoi me réveiller?” (¿Por qué me despiertas?) de “Werther”, de Massenet, con la que ya nos regaló algunas de esas notas altas que tanto le gustan cantar, y que tanto anhelamos escucharle. Al terminar los nutridos aplausos correspondientes, salió del escenario.

Yo pensé que dejaría al Mtro. Rodríguez ejecutar una pieza solo, pero no, era un aria con una larga introducción, que fue una ventana que nos permitió disfrutar a plenitud, por unos instantes, de la maestría con la que toca el piano Ángel Rodríguez, y comprender por qué es el único que podría acompañar a un cantante con el nivel de Javier Camarena. Entonces de repente, entró sigilosamente de regreso al escenario. Y entonó  “Ed ancor la tremenda porta…” (Y todavía la terrible puerta…), el aria de Roberto, de la ópera “Roberto Devereux”, de Donizetti. Y aquí fue donde no sólo se mostró como el virtuoso cantante que es, sino como el artista que es, que comunica efusivamente las emociones. No fue por casualidad tan tremenda interpretación. Al terminar, hizo una pausa, y nos confesó, haciendo un notorio esfuerzo de contención para no quebrarse, que esta era una pieza muy significativa en su vida que había estado evitando cantar, pues aparece en su disco “Signor Gaetano”, pero el mismo día que la grabó, falleció su abuela materna, quien ayer, seguramente, estuvo acompañando a Javier en el escenario. Con aplausos, la concurrencia lo apapachamos. Habiéndose repuesto nos presentó a su mamá y a su suegra, que estaban entre el público. No me imagino ni de cerca el orgullo que les inunda.

Pasado ese momento, continuó con “La mía letizia infondere vorrei” (Quisiera infundir mi alegría), de “Los lombardos en la primera cruzada”, de Verdi, un aria breve y ágil que termina por todo lo alto. Con eso salió del escenario, y vino el intermedio.

 

Al regreso, fue el turno de cuatro canciones de Francesco Paolo Tosti: “Aprile”, “A Vucchella”, “Vorrei morire!” y “Chitarrata abruzzese” (Abril, La boquita, Quisiera morir, y algo así como “guitarrada” o “serenata” en Abruzzo)

Después llegaron las romanzas de zarzuelas: “Por el humo se sabe dónde está el fuego”, de “Doña Francisquita”, de Amadeo Vives; “La roca fría del calvario”, de “La Dolorosa”, de José Serrano, que por cierto, me pareció muy ad hoc dado que versa sobre la Pasión de Cristo; y el cierre del programa llegó con la poderosísima “No puede ser”, de “La tabernera del puerto”, de Pablo Sorozábal.

El teatro se cayó de aplausos; todo mundo estábamos de pie, extasiados. Claro que queríamos un poquito más, y sí nos lo concedió. Tres veces. Primero interpretó “Flor de azalea” de Manuel Esperón, que interpretaran en su momento Los Panchos, Jorge Negrete y Javier Solís. El segundo encore fue de Álvaro Carrillo, el tema “Un poco más” (ese poco más que todos queríamos) y la despedida que no podía faltar, para que los asistentes también le acompañáramos a cantar: “Camino de Guanajuato” de nuestro Guanajuatense José Alfredo Jiménez.

Fue una noche memorable, una gran fiesta. Felicitamos nuevamente al Tenor Javier Camarena por sus 20 años de trayectoria.

 

 

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Nos leemos pronto, En Público 

 

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